3 de noviembre






El 3 de noviembre La proclamación de la gesta novembrina se circunscribe a la óptica de la visión de la leyenda negra y la leyenda blanca. Es licito, en el contexto de estas teorías, recordar que la autenticidad del Estado panameño radica en que no fue obra ni de Theodore Roosenvelt, ni existimos gracias a la obra conspirativa de Bunau Varilla.
Basta, por cierto, afirmar que fueron los miembros del Partido Conservador quienes dirigieron la secesión. Don José Agustín Arango, abogado asesor y consejero del ferrocarril, fue el cerebro de la revolución. 


Luego de fracasado la negociación del Tratado Herran Hay, documento firmado entre los Estados Unidos y Colombia en enero de 1903. El mismo fue aprobado por el Senado de los Estados Unidos y rechazado por Colombia el 12 de agosto de 1903.
Excluyente fue la participación de los liberales y, sobre todo, que la unidad de intereses económicos de la burguesía comercial, representada por el Dr. Manuel Amador Guerrero, Federico Boyd, Constantino Arosemena, Tomás Arias y Ricardo Arias, decidieron la línea por seguir.
La debilidad de los conjurados radicó en carecer de vínculos con los dos partidos en Washington. Es por ello, que la figura de Bunau Varilla cobró importancia. Pero habría que advertir que los Estados Unidos estaba interesado también en lograr la independencia de Panamá a partir del fracaso de la aprobación del Tratado Herran Hay. Por tal razón, la acción el Congreso de ese país había dictado la Ley Spooner, diecisiete meses antes de la independencia. Dicha Ley autorizaba la construcción de un Canal Interoceánico.
El Coronel Beers, Agente de fletes de la Compañía del Ferrocarril y William Nelson Cromwell, fueron, al principio, los intermediarios con Bunau Varilla para lograr el apoyo de los Estados Unidos a la revolución. Mientras que estos acercamientos se daban, se discutía la posibilidad de un Canal por Centroamérica.





Pero, en el rejuego político internacional, otra fuerza estaba latente aún en el escenario: Colombia, quien desde 1821 había mantenido el poder político y militar en el Istmo y que, para el tiempo de 1903, ejercía su control a través del Batallón Tiradores. Para reafirmar su presencia, y en vista de las informaciones sobre la futura insurrección, se envían 500 efectivos al mando de los generales Tovar y Amaya. Pero el fraccionamiento a lo interno del ejército colombiano, produjo que el general Esteban Huerta pasara al bando de los revolucionarios. 
Ello produjo el fracaso de una posible rearticulación de las fuerzas militares, lo que conllevó a que fueran reducidos a prisión los generales Amaya y Tovar. Conocida la insubordinación del general Huerta, un grupo dirigido por el general Domingo Díaz, Carlos A. Mendoza, Pedro Díaz etc., se marcharon al cuartel de las Monjas donde se encontraban los efectivos militares Colombianos. Al día siguiente, el 4 de noviembre el Cabildo declara:“ Constituir una República independiente con un gobierno, representativo y responsable.”

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